Vestirse de mujer: Del enigma a la creación                        

El enigma de la esfinge

Así se titula uno de los apartados del segundo de los Tres ensayos para una teoría sexual dedicado a La Sexualidad infantil donde Freud avanza en los descubrimientos que el psicoanálisis ha hecho posible e inaugura un modo diferente de entender y tratar a los niños; en palabras de Miller, no sólo como seres de goce sino también, como seres de saber, un saber auténtico que merece ser respetado.[1]

Freud destaca que la curiosidad infantil no despierta espontáneamente cuando afirma: “intereses prácticos y no sólo teóricos son los que ponen en marcha en el niño la obra de la labor investigadora.”[2] Este “primer y magno problema de la vida” surge bajo el aguijón de la amenaza a sus condiciones de existencia debida a la aparición, real o sospechada, de un hermano, y el temor de las consecuencias que pueda acarrear tal suceso le llevan a meditar sobre el enigma de la procedencia de los niños.  En un principio el pequeño no se ocupa de la diferencia de los sexos, la cual es aceptada “sin resistencia ni sospecha alguna”, apostilla Freud. Los niños rehúsan dar crédito a las respuestas emitidas por los adultos -que en la época de Freud remitían al cuento de la cigüeña o del estanque, y actualmente recurren a la semillita- pero, incluso si reciben una ilustración exhaustiva del proceso de gestación… “Sí, sí -replican-, pero ¿dónde estaba yo antes de estar en tu tripa?”La pregunta “¿De dónde vienen los niños?” es una pregunta por la existencia, por el origen del ser en el campo del lenguaje, carente de una respuesta universal que Freud equipara a la incógnita de la esfinge tebana.


[1] “Ellos saben mucho sobre el lenguaje por anticipación, como lo ha señalado el lingüista, evidentemente saben los secretos de familia, saben de los deseos de sus padres, aunque más no sea por ser el síntoma de ellos, saben del deseo de los pedagogos; y no se engañan sobre el carácter de semblante de los saberes que se le imponen y sobre el halo de ignorancia que enmarca a dichos saberes y donde éstos encuentran asidero.” J.A. Miller, L’enfant et le savoir, en Peurs d’enfants. Navarin. Paris. 2011. Pág. 13. La traducción es mía.

[2] S.Freud, Tres ensayos para una teoría sexual. En O.C. Tomo II. Biblioteca Nueva. Madrid. 1973. Pág. 1207