Apuntes para la Conversación

Pre-congreso: ‘Incidencias de las tecnociencias en la educación’. Viernes 21 de octubre de 2022.

El psicoanálisis se ocupa de lo que no marcha, de lo que no va, es decir, del síntoma. En su dimensión clínica y a partir de su consideración singular, en el uno por uno.  Pero también, y en la medida en que no somos islas sino seres hablantes y nuestra existencia depende de nuestra inserción social y de nuestra historia, debemos contemplar la vinculación de estos fenómenos singulares con la subjetividad de la época. En este sentido es fundamental contar con un marco simbólico que nos permita ordenar las líneas de análisis de la situación actual privilegiando los factores determinantes en este momento de la civilización caracterizado por la influencia global de la llamada revolución tecnológica.  En ese sentido considero que el libro Tecnopersonas aporta los ejes fundamentales para centrar nuestra discusión, el marco simbólico desde donde reunir los factores en juego, la base crítica desde donde abordar los cambios que estamos atravesando y desde donde pergeñar las acciones posibles y necesarias a fin de que le tecnología, o, más precisamente, el poder que se desprende de su implementación, pase a los ciudadanos, a los llamados poderes públicos y no permanezca en manos de los señores del aire, según la expresión de Echeverría.

En 2001 Odisea del espacio encontramos una escena que resume el surgimiento del instrumento como potencia o como poder (el hueso); un elemento esencial de la actividad humana (la técnica) o un elemento de destrucción y de ataque al otro para subyugarle. De manera semejante podemos concebir la tecnología, puede ser usada como soporte y apoyo de la acción humana o como medio de sometimiento. Echeverría habla de esclavitud, porque bajo la apariencia de usuario, quien enciende o teclea, las tecnopersonas aceptan las condiciones de los señores que operan en la sombra.

Respecto a la inclusión, el tema del congreso de la Diplomatura de la Untref, con acierto titulado No todo es inclusión, notamos que se ha convertido en un significante amo en estos años en los que, a la vez que la llamada revolución tecnológica se extendía a todos las actividades humanas, la individualidad democrática convertía los problemas subjetivos en reivindicaciones que serían luego coronadas por leyes o decretos.  El legítimo derecho de los ciudadanos a la educación, a la atención sanitaria y a la participación colectiva se convirtió en imperativo y hoy tenemos que vérnoslas con las consecuencias de tales medidas, que, en muchos casos, se llevan a cabo sin el necesario debate en el que se debería tener en cuenta la experiencia clínica, como es el caso de la cuestión trans y de la lucha contra el estigma de la enfermedad mental, ambos bajo el estandarte de la despatologización.

Si nos atenemos al lenguaje utilizado por la ONU en las declaraciones citadas por Javier Echeverría, notamos que se considera equivalente la inclusión al acceso al TIC, con el anzuelo del perfeccionamiento de los recursos que pretende tomar en cuenta las necesidades de los discapacitados y los grupos desfavorecidos y vulnerables. Como bien lo indica Echeverría, en esta proclama se deja de lado la dimensión comunitaria y social, como si lo fundamental se redujera al manejo de un ordenador. 

De esta manera se infiltra la ideología de la evaluación, revestida de tintes “científicos” -definida por Milner y Miller como “máquina de impostura”[1]– llegando a imponerse como medida de valor absoluto y “cargando sobre las espaldas de los sujetos el peso de la necesidad”[2], a resultas de lo cual su insuficiencia ya no se deriva de la culpa por haber pecado, como otrora, sino por no ser válido, apto.  Habiéndose operado una mutación ontológica, ese movimiento se traduce por un empuje a la autoevaluación, génesis de un darwinismo social cifrado en la medida de las “competencias.”

A tal punto que dentro de los objetivos de la alfabetización digital se incluye la capacidad de evaluar la relevancia y fiabilidad de la información que se busca en la nube. Pretensión cuanto menos irónica en estos tiempos, considerados tiempos de la post-verdad, cuando campan a sus anchas las fake news, el lenguaje woke, y los distintos códigos que se disputan hoy el marketing de las emociones.  La psicología cognitivo- conductual suministra los términos clave de tal evaluación, como, por ejemplo, capacidad, induciendo un ideal capacitista que los autistas denuncian como una norma de segregación. En su mayor parte los autistas son incluidos en el grupo de los sujetos con necesidades educativas especiales, grupos desfavorecidos y vulnerables y su inclusión en el aula normal constituye uno de los ejemplos más desgraciados de la norma universal que reza: “todos incluidos.”

Ya han sonado las alarmas ante el desmantelamiento de las instituciones que tomaban a su cargo la educación desde las políticas de integración que deja a muchos sujetos en extremo frágiles y a sus familias en el desamparo. La legítima inclusión, pautada y progresiva que se llevaba a cabo en los centros específicos, se abandona por prescripción, aprovechando la presión para implantar las llamadas “políticas de austeridad” que permiten disminuir el gasto público.[3]

La imposibilidad de participación en la clase de muchos autistas se intenta paliar con un asistente pedagógico que se denomina sombra en algunos lugares, y cuyo carácter de forzamiento no es preciso señalar. Ante la agitación que puede provocar semejante “estrategia inclusiva” en el sujeto “incapaz de dominarse”, se recurre con frecuencia a la salida del aula teniendo en cuenta la alteración que ocasiona a los otros alumnos y a los profesores que reclaman más recursos a fin de trabajar con estos niños.  El malestar del enseñante, convertido en Francia en un cuadro clínico independiente y causa de un elevado número de bajas, se vincula, además de a estas razones, al déficit en el acceso al TIC. La inclusión en ese caso muestra su cara de encierro y revela la exigencia de una topología más compleja que la simple oposición exclusión-inclusión.

Javier hace referencia a la incidencia del autodidactismo de los niños y jóvenes que ha generado una brecha generacional y la ruptura del lazo entre docente y alumno que sustentaba la transmisión de conocimientos y en el cual el amor, el deseo de saber y el deseo de reconocimiento jugaba una importante función como lo explica Freud en su precioso texto La psicología del colegial.

la peculiaridad del momento de la civilización que estamos atravesando, la mutación que se ha operado en la relación con el saber y que afecta notablemente a la relación entre los adultos y los niños y jóvenes. El saber, anteriormente supuesto en los mayores y que exigía de una estrategia de seducción para extraerlo y apropiárselo, se encuentra actualmente a disposición, “en el bolsillo” de los jóvenes gracias a Internet, como destaca Miller.[4]  Por esa razón, despojada de ese atractivo, la relación con el adulto se ve afectada en su función del Ideal del yo y la demanda de los mayores se percibe sólo en su carácter de imperativo, como una coacción y no como una referencia para la identificación vertical que sostiene una figura como ejemplo o guía.

Evidentemente esta transformación cambia las condiciones de la experiencia en las aulas, induciendo un revulsivo que conmueve la posición de los adultos, muchos de ellos desorientados ante esta nueva situación, se muestran más bien en su condición de “adulterados” según la expresión de Lacan y reclaman más recursos o abandonan el barco, impotentes para hacer frente a las exigencias de los protocolos.

Los nuevos espacios de aprendizaje y socialización liderados por influencers capturan el interés de los menores y condicionan el desplazamiento de la autoridad, -antes encarnada por padres y docentes- hacia la contabilidad de seguidores que parece indicar la fiabilidad de sus consignas.

Se abre la pregunta por la sustitución de la educación por los aprendizajes, en función de una psicología que desconoce la estructuración subjetiva y la nueva antropología derivada del descubrimiento del inconsciente. Lacan jugaba con el término francés a-pprendre a fin de sugerir que, para el ser hablante, se trata de “prenderse” en el discurso mediante la operación de alojar allí su ser, en otra parte, indicando “la exclusión interna” que requiere su conformación. Como decíamos, hace falta una topología más compleja para situar la conquista de una posición del sujeto en el discurso, un lugar que le permita ser-ahí sin necesidad de ausentarse ante la intrusión del Otro, cuando por carecer de la pantalla de defensa psíquica que aporta la representación (realidad psíquica en Freud, el fantasma en Lacan). Y de esta condición estructural al ser hablante se deriva la sentencia freudiana respecto a las tres profesiones imposibles, que son esencialmente sociales: educar, gobernar, curar o psicoanalizar. No hay regla universal válida para ninguna de ellas.

En su texto Múltiple interés del psicoanálisis Freud dedica un especial apartado al interés para la pedagogía del discurso analítico, haciendo hincapié en la importancia, para el maestro, de admitir la existencia del inconsciente y las pulsiones en la causa de los intereses de los niños, a fin de que logren contribuir al hallazgo de una orientación adecuada, sin pretender eliminarlos o dominar tales impulsos debido a su carácter asocial o egoísta. 

La invocación de las normas como única justificación de los límites a este factor infantil, rebelde a la civilización, no provoca sino más violencia en las aulas, siendo hoy en día motivo de gran preocupación por su deriva a las redes, donde el bullying se asemeja al escarnio público, con gran incidencia en la población adolescente.

El crecimiento exponencial del número de suicidios en edades tempranas ha despertado las alarmas desde la pandemia y ha obligado a tomar en consideración la influencia de las redes en esos pasajes al acto.

Recientemente los padres de una adolescente inglesa -Molly Rusell- han logrado iniciar un proceso penal contra META por el suicidio de su hija de 14 años, considerados responsables de su muerte debido a la aplicación del algoritmo ofreciéndole alternativas a su búsqueda de información sobre las formas de quitarse la vida.

Otras voces reclaman el efecto perjudicial de los algoritmos, artífices de la eternidad en internet, por lo cual es imposible concluir el duelo por una pérdida, debido al recuerdo constante que opera el algoritmo al reiterar las imágenes de tiempos pasados.

En una radio pública (Radio 3) puede escucharse, en el pasaje de un tema musical o después de alguna reflexión, el lema: ¡Muerte al algoritmo!  Precisamente, es lo que no puede reclamarse, porque no se trata de un agente humano: el algoritmo desafía la muerte, garantiza la eternidad de lo simbólico, la imposibilidad de borrar las huellas de lo que fue escrito de una existencia humana, al punto que Sade reclamaba para él una segunda muerte, más allá de la biológica, que eliminara su rastro, el que distingue al ser hablante de los demás seres vivos. La imposibilidad del olvido, de pérdida muestra entonces un cariz siniestro.

En este sentido, las advertencias de Echeverría respecto a la renuncia a la privacidad y a la intimidad, así como a la protección de los datos a la que consentimos al convertirnos en usuarios merece una reflexión atenta.

La distinción de los tres entornos parece crucial para situar con precisión la cuestión de la inclusión.  ¿Qué decir del mentado “metaverso”?

La distinción de los diferentes sentidos que adquiere la palabra inclusión abre un abanico semántico que favorece su discriminación y, por lo tanto, su necesario abordaje que Echeverría puntúa de uno en uno: tecnológicos, económicos, culturales, lingüísticos, sociales, políticos, jurídicos.

La implicación de los factores económicos que condicionan la inclusión en y de los países subdesarrollados, con el agravante de la escasez de recursos y las dificultades ocasionadas por la obsolescencia de las tecnologías.

En la última cumbre de la Banca Mundial dedicada a la educación se insistía en la importancia de la inclusión en el acceso a TIC, a la vez que el aumento de presupuestos destinados a promoverlo.  En el caso de los países desfavorecidos, se hacía hincapié en la ausencia de docentes capacitados para tal progreso. En el debate de las autoridades y de forma llamativa, se dejaba de lado la dependencia energética que suponen tales avances.

En relación al aspecto lingüístico el menoscabo a nivel del discurso que se verifica en los últimos años es alarmante, no solamente la pérdida progresiva del acervo en las diferentes lenguas antes llamadas vivas, su pobreza creciente, sino también la disminución alarmante de la capacidad discursiva, narrativa, que denota una indigencia a nivel gramatical y una merma en el decir.  Estar frente a la pantalla es estar frente a un muro, bajo la apariencia de comunicación, se está obligado a leer, de manera desordenada y fragmentada, se hacen virales las consignas, se borra la diferencia entre enunciado y enunciación, propia del decir.

Uso de los emoticonos: se ha dado a conocer la primera novela escrita en ese “lenguaje.”

La inexistencia de una política para el espacio electrónico agudiza estos problemas. Siguiendo a Echeverría, merece especial atención el mercadeo universitario, verdadero capitalismo de las consultorías en el que reinan los llamados expertos en casi todo. (Teoría del shock).

En lo relativo a los aspectos culturales de la inclusión es preciso tomar en cuenta la colonización cultural que señala, operación aún más profunda que la industria cultural que se diseñó y se puso en marcha después de la Segunda Guerra Mundial y cuyos efectos padecemos.  Por el contrario, el buen uso de la inclusión desembocaría en un deseable multiculturalismo. 

Otro aspecto a destacar es la insistencia en la Innovación. Palabra mágica en estos tiempos. Importa situar su diferencia con la creación (ex nihilo) y la invención (bricolage).

Decíamos al principio que el psicoanálisis se ocupa de los síntomas, de lo que no anda. Si bien la estructura de los síntomas hay aspectos constantes, otros en cambio revelan su vinculación con la subjetividad de la época. Es posible advertir las diferencias entre la época de Freud, cuando primaba en los síntomas la significación de la indigencia del goce, la falta de satisfacción y la época actual en la que se privilegia el carácter de exceso, tal y como se destaca en las adicciones.

La reformulación del narcisismo freudiano operado por Lacan, el estadio del espejo como formador del yo, en donde interpone en la relación del sujeto y el mundo la captura ejercida por la imagen, y cuya función de pantalla frente a lo real recorre varios años de su seminario, adquiere una especial importancia en esta época denominada en la que se efectúa el llamado por Clotilde Léguil estadio del espejo digital, con efectos inmediatos en la declaración de la identidad como se ha podido constatar en el fenómeno trans, y que está potenciando severos enfrentamientos a causa de las retransiciones cada vez más frecuentes.

Pero no se limita a ello, el atractivo hipnótico por las apariciones en pantalla y los retoques en la imagen están propiciando un mercado de las intervenciones de estética en chicos y chicas cada vez más jóvenes.

La adicción a la pornografía en niños cada vez más pequeños y su impacto nefasto en los encuentros sexuales ha hecho saltar las alarmas debido a la frecuencia de una sintomatología asociada que se intenta paliar incluso con viagra.  Un aspecto muy importante es el de los fármacos, las hormonas, los antidepresivos usados en edades cada vez más tempranas.

En relación a la llamada adicción a las pantallas, un trastorno aislado en Japón en el año 2000 con el nombre de hikikomori, (reclusión, confinamiento) merecen destacarse las diferencias a fin de formular un juicio clínico acertado y realista, respetuoso del valor singular que la “conexión” adquiere para cada uno.

En este sentido la Asociación Nom-Lieu puesto en marcha en 2016 por psicoanalistas de Burdeos constituye una brújula sin par. Se ocupan de la atención de jóvenes entre de entre 15 y 25 años en situación de exclusión social que tienen en común un “cuelgue” al ordenador. En el recorrido con ellos “es imposible prever de entrada las modalidades en las cuales un sujeto se vuelve a anudar a lo social” afirma G.Mouillac, quien afirma además: “ayudar a un sujeto a estar ahí, en el lazo, para a menudo por sostener modalidades de no ser ahí.” Este autor define la operación analítica como el pasaje de la alternancia exclusión-inclusión a la eclosión de un decir, tomando en cuenta la enseñanza del autista, quien está, por estructura, excluido de su propio decir.

Fotografía: Robert Doisneau (Revista ‘Life’).


[1] J.C. Milner y J.A.Miller ¿quiere usted ser evaluado?

[2] En palabras de Lacan.

[3] La insistencia en este significante para referirse nada menos que a lo público ha llamado la atención de algunos estudiosos.

[4] J.-A. Miller, En dirección a la adolescencia. Revista Virtualia. Nº 34. 2018