Las sinsombrero

Homenaje a las Sinsombrero

“El fenómeno del sinsombrerismo es más amplio y significativo de lo que parece. Es el final de una época, como fue lanzar por la borda las pelucas. Quiere decir presteza en comprender y en decidirse, afinidad en los horizontes que se atalayan, ansias de nuevas leyes y nuevos permisos, entrada en la nueva cinemática de la vida, no dejar nunca en el perchero la cabeza, no apagar las luces del aceptar ir con rumbo bravo por los caminos de la vida, desenmascararse, ser un poco surrealista.” Ramón Gómez de la Serna, 1930.

Descartes,  los sueños, la luz

La enigmática división subjetiva que ocasiona el lenguaje en los seres humanos atravesó los siglos hasta que una nueva relación del sujeto con el saber haría posible su desciframiento y el acceso a una resolución: “…es impensable que el psicoanálisis como práctica, que el inconsciente, el de Freud, como descubrimiento, hubiesen tenido lugar antes del nacimiento, en el siglo que ha sido llamado el siglo del genio, el XVII…”

Prólogo al segundo cuadernillo de la Diplomatura en Inclusión Escolar de la UNTREF

En cada uno de los autores hallamos los signos de una enunciación singular, la que resulta de una “modificación interior”, efecto de haberse sumergido en las aguas del discurso analítico hasta encontrar las vías para orientar su personal búsqueda y de donde extraer el saber precioso que se tiñe entonces con los colores del propio deseo.

Los autistas y sus mundos

Frente a la dificultad de definir el autismo, Josef Schovanec, se inclina por asociarlo a la locura y no al déficit; prefiere ahondar en una explicación no “capacitista” y encuentra en Foucault y su extraordinaria ‘Historia de la locura’ la referencia esencial a ‘La Nave de los locos’ y al ‘Elogio de la locura’.

Cuando el hábito hace al monje

El modo de habitar los semblantes sexuales revela el estilo singular en que cada uno aporta su interpretación al enigma de la sexualidad, a sabiendas de la distancia ineliminable entre lo que se dice, lo que se da a ver y su recepción, imposible de calibrar. En este campo, el hábito no hace el monje: ni la mascarada femenina ni el porte viril llegan a decir la última palabra ni a revelar sus íntimos secretos, opacos para los propios sujetos. Allí las apariencias engañan.